Mare Magnum | Parásitos controladores de mentes

18 Agosto 2008 – 9:00 | por Sergio

Aunque pueda parecer algo extraido de una novela de Ciencia Ficción, existen numerosos parásitos que pueden llegar a dominar el cerebro de sus hospedadores.

Ya os contamos hace un tiempo el caso del hongo Cordyceps unilateralis que era capaz de obligar a una hormiga huesped a trepar a lo alto de algún árbol y dejarse morir para beneficiar la distribución de las esporas del hongo.

Pero no es el único ejemplo del control mental que los parásitos pueden ejercer y que, en muchas ocasiones, ni siquiera los propios científicos pueden explicarse.

Lo que viene a continuación es una traducción más o menos libre de una interesante fotogalería publicada en Discover Magazine y que podéis leer aquí.

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Esta araña es la Plesiometa argyra, una experta contructora de telas casi perfectamente redondas, pero puede ser hospedadora de una avispa parásitaria.

La avispa deposita sus huevos en el cuerpo de la araña y esta, en  vez de construir telas, pasa a construir el capullo que alojará a las larvas. Cuando el capullo está terminado, las larvas matan a la araña y ocupan el capullo que les protegerá de sus depredadores.

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Las cochinillas (o bichos bola) viven a cubierto de sus depredadores naturales, las aves, en troncos y otros lugares resguardados. Sus parásitos, una suerte de gusanos de cabeza puntiaguda, para poder continuar con su ciclo vital necesitan acabar en el vientre de un estornino.

Para lograr su meta, obligan a las cochinillas a exponerse en lugares abiertos para ser devoradas por estos pájaros.

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La avispa esmeralda (Ampulex compressa) inyecta un veneno en el cuerpo de las cucarachas capaz de bloquear la octopamina, un neurotransmisor asociado con el movimiento y la atención.

Tras haberse hecho con el control de la cucaracha, la avispa pone sus huevos dentro de esta para que, posteriormente, las larvas coman desde dentro a su hospedador. Las larvas necesitan una semana para madurar que es el tiempo que el veneno de la avispa adulta mantiene indefensa pero viva a la cucaracha.

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Un parásito llamado Glyptapanteles emplea la misma cruel técnica que la avispa esmeralda pero en orugas en vez de en cucarachas y con un añadido extraño: la oruga ejerce de guardaespaldas de la larva una vez que esta ha emergido de su cuerpo y se ha fijado en una planta atacando a todo aquello que intente acercarse hasta ella.

Científicos que han estudiado este fenómeno han encontrado que una o dos lavas permanecen dentro del cuerpo de la oruga secretando algún tipo de agente químico que provoca este comportamiento de la oruga medio devorada.

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En este caso veremos un caso de oportunismo parasitario más que de un control mental propiamente dicho.

Como los gusanos en las cochinillas, los nematodos que infectan a las hormigas necesitan introducirse en el organismo de los pájaros para continuar su ciclo vital. Pero, en vez de obligar a las hormigas a salir a cielo abierto, ponen un señal de “ven y cómeme” en sus cuerpos.

El abdomen de la hormiga infectada se vuelve de una tonalidad roja brillante que las hacen parecer una baya madura a los ojos de los pájaros que, en circunstancias normales, no comerían a la hormiga.

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Como en el caso anterior, el parásito que invade el cuerpo de estos caracoles, llamado Leucochloridium paradoxum, hacen que sus antenas adopten un color llamativo a la vista de los pájaros.

Las aves que ven las coloridas antenas comen al caracol solo para contraer el parásito. Los huevos del parásito saldrán del cuerpo del ave con sus excrementos que serán engullidos por el caracol para volver a comenzar el ciclo.

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La bolsa naranja que podéis observar en el cangrejo es la Sacculina carcini.

La hembra de la Sacculina comienza su vida en el mar, hasta que encuentran a un cangrejo a cuyo caparazón se prenden extendiendo unos tentáculos similares a raíces por todo el cuerpo del cangrejo.

En ese momento el cangrejo comienza a vivir para su parásito sirviéndole todos los nutrientes que este necesita para desarrollarse. El cangrejo además dejará de mudar, no volverá a desarrollar apédices rotos e incluso, no buscará pareja ya que todas estas actividades supondrían un gasto energético que dejaría de llegar al parásito.

Cuando el parásito esté listo para reproducirse, el cangrejo cuidará de la larva como si fuera suya.

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El cerebro humano no está exento del control mental que ejercen algunos organismo parasitarios. La mitad de nosotros, según los científicos, portamos el protozoo parásito Toxoplasma gondii. Una vez que este entra en nuestro organismo lo portamos de por vida.

El ratio de infección varía de un país a otro: un 3% de la población de Corea del Norte están infectados por el Toxoplasma mientras que, aproximadamente, un 80% de la población de Francia son portadores. Los centros de controles de enfermedades dicen que las áreas donde la población prefiere la carne cruda, como en Francia, o existe una alta población de gatos callejeros, como en América Central, son lugares donde la infección abuda.

A pesar de que el huesped principal de estos parásitos son los gatos, viven en miles de especies de sangre caliente (lo que nos incluye). Los investigadores han determinado que la Toxoplasmosis puede aumentar las posibilidades de padecer esquizofrenia y puede cambiar la personalidad del huesped de manera sutil.

Algunos investigadores han determinado que varones infectados tienden a ser más agresivos y celosos, las mujeres más extroversidas; en ambos sexos los tiempos de reacción disminuían y podían sufrir más accidentes de tráfico.

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Etiquetas: Ampulex, Sacculina, Toxoplasma, zoología
Publicado en: Curiosidades, Naturaleza